Escribo desde un pequeño tiempo de sobra en la oficina. Sentado frente a la computadora, mis dedos índices empiezan a jugar con cada letra del teclado, en mi boca un chicle de menta cambia de forma, se mueve de lado con la lengua y se detiene cuando recuerdo textos del escritor Truman Capote. Como si no existieran barreras para el tiempo, imagino personas, situaciones de cada crónica, relato y experiencia de Capote en su obra Música para camaleones. Vuelvo a leer Mr. Jones, un relato en el cual describe a un hombre apuesto, ciego y lisiado, de unos cuarenta años. Siempre vestido con traje planchado, corbata y sus anteojos con aros de oro, lentes oscuras... Capote describió a un hombre con una situación diferente a la del escritor, en ese texto pequeño pero muy preciso, explica que Mr. Jones no salía nunca de su alegre habitación amueblada, porque las señoritas encargadas de la casa de huéspedes hacían todo por él.
Esta mini crónica es un claro ejemplo de lo que se puede hacer si las personas dedicadas al periodismo recordaran los acontecimientos que han pasado a lo largo de su vida. Usar la memoria como una herramienta para las narraciones.
Y volviendo al relato de Mr. Jones, Truman Capote narra su despedida de la casa, debido a que tenía sus propios asuntos y pensó que Mr. Jones estaba a gusto atendiendo a las personas que llegaban a su habitación.
Al volver, Capote explica que llegó a la misma casa y las señoritas encargadas del inmueble lo atendieron como si se tratara de un pariente lejano al que no lo habían visto desde mucho tiempo.
Cuando el escritor preguntó por Mr. Jones las féminas dijeron que ese hombre había desaparecido. Una recordó que subió a dejar el desayuno pero el hombre ya no estaba, se fue y lo más extraño para ellas es que no se explicaron cómo un hombres con esas características pudiera haberse ido, tal vez pensaron en un plagio. Fue denunciado como persona desaparecida.
Sin embargo, lo más interesante del relato es que Truman Capote señala que al pasar 10 años de ese acontecimiento, ya había hecho muchos trabajos, y me refiero a que él pudo haber olvidado ese hecho anectódico. Pero lo más interesante fue que al viajar en tren en la ciudad de Moscú, Rusia, se percata de que un hombre está sentado frente a él y lo más sorprendente de ese encuentro es que tiene las mismas características de Mr. Jones.
Capote señala que trató de dirigirse a este hombre para hablarle pero el tren termina su parada y Mr. Jones se pone de pie y camina hacia la puerta de acceso y, al salir, inmediatamente ésta se cerró detrás de él.
Este relato lo puedes leer en el libro Música para camaleones de Truman Capote.
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