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miércoles, 18 de julio de 2012

Un sueño dentro de otro sueño

La chica decidió cambiar de lugar por un supuesto olor. Pensó que se trataba del hombre que se encontraba al lado de ella, habló con su acompañante, un joven moreno, de unos veintitantos años, con camisa a cuadros y pantalón de mezclilla. 

La chica es una de esas mujeres que no dejan de teñirse el cabello, ponerse mechones con variaciones en color café, uñas largas con suficiente esmalte para lucir en donde aparezca la luz más resplandeciente, unos jeans ajustados a la cadera y una bolsa de piel donde quepan todo lo que una mujer necesita ante una emergencia o sólo por presumir elegencia. Narcicismo juvenil.

La sala está repleta de gente: adultos, ancianos, adolescentes y bebés. Esperan que la luz del cine sea apagada suavemente para disfrutar los primeros momentos de la película. Se escuchan el crujir de los nachos, las palomitas, mientras el aire se vuelve una mezcla de olores de comida.

La chica come su botana, olvida por un momento el pequeño incidente al principio, y se acomoda en el asiento, bebe un poco de refresco, trata de no pintar su rimel en el popote, trata de sonreír, presta atención a la película, espera el final y se encienden las luces. La gente empieza a salir.